jueves, 30 de noviembre de 2006

Jazz, de Gabriel Celaya











Un cálido sonido sube lento,



gorgotea en el saxo casi, casi asfixiado.



El piano da diente con diente; y le acompaña,



llorando y delirando, la trompeta.






La batería suena, ya fuera de este mundo,



y el violín si llora es detrás de algún muro.



Estoy tan solo, amigos, como ese clarinete,



y tan enamorado como el trombón de varas.






Estoy tan loco, amigos, como la batería,



y tan lo que no digo como el contrabajo,



mientras suena el piano tecleando un secreto.






miércoles, 29 de noviembre de 2006

esas málagas nuestras





Todavía quedan algunos castañer@s,
y algún tranvía volverá a circular aunque sea por Vélez.

Esa colas de los cincuentas eran más humanas que las de ahora.

Aún hoy se pueden comer buenos tejeringos en esta Colonia.

camino del concierto




... ya el levante no refresca, ni el poniente te hace ponerte la bufanda.
¿por dó pueden ahora entrar los rosiños de los vientos?

lagos en el mar, barcas varadas




termina noviembre



dos meses de otoño casi inexistentes, aún recuerdo esos diillas de agosto, que me ayudan a superar la apatía que me envuelve desde hace un par de semanas.




incluso aquí




...se puede estar bien, a pesar de los pesares, del turismo cebón,

Almuñécar aún tiene algo más ...

lunes, 27 de noviembre de 2006

recretis vulgo










playacálida, algo es algo,


después de todo un año,


con un reventón de olla


incluido en el lote vivido,


cualquier cosa, hasta tú


eres bien recibida.


ese artista y sus cosillas





Buen día, buena creativa.

los niños, el tiempo, la vida en falso carpe diem








Pepe tengo tiempo para tí

Me dijo mi pequeño tímidamente “Papi, ¿cuánto ganas?”,
nada más entrar a casa después de trabajar.
"No me molestes, hijo¿ No ves que vengo muy cansado?”.


"Pero, papi. Dime, por favor ¿cuánto ganas?" Insistió.
"Doscientos euritos al día, Pepe".


Respondí mosqueado para quitármelo de encima.
El niño me cogió del pantalón y me dijo: "Papi, ¿me prestas cien euros?
Terminé de montar en cólera y, con brusquedad, le dije:
"Así que para eso querías saber cuánto gano.


Vete a dormir y no me molestes más, aprovechado".


Ya de noche cuando me puse a meditar sobre lo ocurrido,
el incidente me hizo sentir culpable, tela de culpable.
Tal vez Pepillo quería comprar algo, no sé, ...
Había estado muy liado en el curro últimamente (excusas)
y no estaba al tanto de los avatares diarios de casa.
Queriendo descargar mi conciencia dolida,


me asomé a la habitación del pequeño.
"Pepe, ¿estás dormido?"
El niño medio abrió los ojos:
"Aquí tienes el dinero que me pediste. ¿Para qué lo quieres?"
Sin dejar de mirarme, metió su mano debajo de la almohada
y sacó varios billetes arrugados.
“Es que quería completar 200 euros,
¿me vendes un día de tu tiempo?

consejos?, no gracias


¡Qué fácil es dar consejos¡

Y es cierto, dar consejos es muy fácil, lo difícil es seguirlos.
Es muy curioso pero a todos nos resulta más sencillo arreglarle la vida a los demás, que arreglar la nuestra.

Y es que desde fuera todo se ve muy bien. Desde dentro, la cosa cambia. Es como si todas las dudas e inseguridades del mundo se apoderaran de nosotros y nunca diéramos con la solución perfecta.

A veces pienso que todo esto se produce por un exceso de información, es decir, como tenemos demasiados datos sobre nosotros mismos es mucho más difícil manejarlos. En cambio, cuando alguien nos pide ayuda, sólo disponemos de los datos que nos ofrecen ellos y por tanto es más fácil llegar a una conclusión.

De todas formas, tenemos que ser muy precavidos:
- Nunca hay que dar consejos que no nos hayan pedido.
- Dejar claro que lo que nosotros pensamos no tiene porqué ser la mejor solución, sino que sólo es nuestra opinión y que es él y no nosotros el que tiene que tomar la última decisión.
- Ser honrados y si no tenemos idea de lo que hacer, porque el problema es complicado, decir que no sabemos qué aconsejarle.
- Siempre es mejor ofrecerle el abanico de posibilidades que tiene el problema planteado y a dónde lleva cada camino que pueda seguir.

Con esto conseguiremos una descripción mejor de la situación y las ventajas a corto y largo plazo de la solución elegida.
- Fomentar la confianza de que es perfectamente capaz de resolver su propio problema sin la necesidad de la opinión de los demás. Él y sólo el tiene todos los datos que hacen falta para resolverlo en las mejores condiciones.
- Es mejor no pedir consejos a nadie.
- Que si nos equivocamos sea por nosotros mismos. Porque equivocarse por otros nos hace sentirnos aún peor y acabamos pensando: “¿Por qué le haría yo caso?. ¿Por qué?. Si no le hubiera preguntado, esto no me habría pasado”.


Zoilo Guzmán, María José. “Cómo dejar de sufrir”. Editorial Arguval. 1ª Edic. 1.999.


domingo, 26 de noviembre de 2006

dominó, libros y cumpleaños




allá por los treinta teníamos la posibilidad que muchos otros malagueños no tenían:

un médico en el barrio.

Hoy, escenario vocero de grandes partiditas de dominó y cartas,

refugio "masculino" de hogares no asumidos,

biblioteca poco frecuentada, abierta dos ratitos de lunes a viernes,
refugio de santainesinos varios, colonieros quedan
que dejan ver la tele para usar los ojos en otra cosilla,
patio para fiestas,
que no todos son macdonals y bolas.

nieve, agua, bienes




frío fuera




calorcito interior,


confort humano


de hermanos.