Un cálido sonido sube lento,
gorgotea en el saxo casi, casi asfixiado.
El piano da diente con diente; y le acompaña,
llorando y delirando, la trompeta.
La batería suena, ya fuera de este mundo,
y el violín si llora es detrás de algún muro.
Estoy tan solo, amigos, como ese clarinete,
y tan enamorado como el trombón de varas.
Estoy tan loco, amigos, como la batería,
y tan lo que no digo como el contrabajo,
mientras suena el piano tecleando un secreto.