lunes, 27 de noviembre de 2006

consejos?, no gracias


¡Qué fácil es dar consejos¡

Y es cierto, dar consejos es muy fácil, lo difícil es seguirlos.
Es muy curioso pero a todos nos resulta más sencillo arreglarle la vida a los demás, que arreglar la nuestra.

Y es que desde fuera todo se ve muy bien. Desde dentro, la cosa cambia. Es como si todas las dudas e inseguridades del mundo se apoderaran de nosotros y nunca diéramos con la solución perfecta.

A veces pienso que todo esto se produce por un exceso de información, es decir, como tenemos demasiados datos sobre nosotros mismos es mucho más difícil manejarlos. En cambio, cuando alguien nos pide ayuda, sólo disponemos de los datos que nos ofrecen ellos y por tanto es más fácil llegar a una conclusión.

De todas formas, tenemos que ser muy precavidos:
- Nunca hay que dar consejos que no nos hayan pedido.
- Dejar claro que lo que nosotros pensamos no tiene porqué ser la mejor solución, sino que sólo es nuestra opinión y que es él y no nosotros el que tiene que tomar la última decisión.
- Ser honrados y si no tenemos idea de lo que hacer, porque el problema es complicado, decir que no sabemos qué aconsejarle.
- Siempre es mejor ofrecerle el abanico de posibilidades que tiene el problema planteado y a dónde lleva cada camino que pueda seguir.

Con esto conseguiremos una descripción mejor de la situación y las ventajas a corto y largo plazo de la solución elegida.
- Fomentar la confianza de que es perfectamente capaz de resolver su propio problema sin la necesidad de la opinión de los demás. Él y sólo el tiene todos los datos que hacen falta para resolverlo en las mejores condiciones.
- Es mejor no pedir consejos a nadie.
- Que si nos equivocamos sea por nosotros mismos. Porque equivocarse por otros nos hace sentirnos aún peor y acabamos pensando: “¿Por qué le haría yo caso?. ¿Por qué?. Si no le hubiera preguntado, esto no me habría pasado”.


Zoilo Guzmán, María José. “Cómo dejar de sufrir”. Editorial Arguval. 1ª Edic. 1.999.


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