jueves, 30 de noviembre de 2006

Jazz, de Gabriel Celaya











Un cálido sonido sube lento,



gorgotea en el saxo casi, casi asfixiado.



El piano da diente con diente; y le acompaña,



llorando y delirando, la trompeta.






La batería suena, ya fuera de este mundo,



y el violín si llora es detrás de algún muro.



Estoy tan solo, amigos, como ese clarinete,



y tan enamorado como el trombón de varas.






Estoy tan loco, amigos, como la batería,



y tan lo que no digo como el contrabajo,



mientras suena el piano tecleando un secreto.






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