



Enquistada entre los nuevos bloques de Torre Atalaya, reminiscencia de las hileras de quintas de señoritos malagueños, desde Teatinos hasta el arroyo de las Cañas, la que llaman los niños de ahora "casa del pianista", en la que han visto hasta fantasmas. No me extraña que ánimas del pasado se paseen cabreadas por sus viejos lares y fundus, ahora enladrillado.
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